miércoles, 23 de enero de 2013

PIGÜÉ

Una ciudad de la Argentina con orígenes Franceses

PIGÜÉ


En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, a 550 kilómetros de la Capital Federal, se levanta la ciudad de Pigüé. En lengua puelche, pi-hué significa lugar del encuentro, lugar donde se parlamenta. Sus 15 mil habitantes saben que su historia es parecida a todas las historias de los pueblos de la pampa argentina formados por colonos inmigrantes, pero no igual. Porque su origen no está -como en la mayoría de los casos- en las montañas italianas ni en la meseta castellana ni en las estepas del este europeo, sino en un pequeño departamento del sur de Francia llamado Aveyron.

Del Aveyron, entonces, llegaron hace 120 años, con acordeones en el equipaje, las primeras 40 familias de agricultores humildes, 162 personas asustadas pero llenas de esperanzas, que desconocían el castellano, hablaban apenas el francés y sólo se comunicaban en su idioma local, el occitano, una antigua lengua del medioevo también conocida como provenzal. Vinieron corridos por la grave crisis económica y la sequía que asolaba a su tierra, tentados por dos compatriotas aventureros, Clément Cabanettes y François Issaly, quienes ya habían dado las puntadas iniciales a su gran negocio en la Argentina: la compra de tierras ganadas a los aborígenes durante la llamada Conquista del Desierto, repartidas luego entre los militares y vendidas por éstos y por el Gobierno a quienes se comprometieran a poblar y a sembrar.

Así, el 25 de octubre de 1884, los futuros colonos de la pampa se embarcaron en el vapor Belgrano, en el puerto de Bordeaux, con los pasajes de ida en la mano y sin mirar atrás. Pocas semanas después, a las 6 de la mañana del 4 de diciembre, en un tren proveniente de Buenos Aires, llegaron a la zona de Pigüé, inmensa llanura al pie de la sierra de Cura-Malal.

Los pioneros se llamaban Girou, Issaly, Lacombe, Soulages, Savy, Crozes, y Pomiès, entre otros. Su nueva tierra consistía en una superficie de 27 mil hectáreas, que adquirieron a 40 pesos la unidad. Pero ese precio no era todo en el contrato: debieron pagarle a Cabanettes, durante los primeros seis años, la mitad de sus ganancias por la cosecha de trigo. El aventurero se comprometía a proveerles los primeros alimentos, el material agrícola necesario y los animales domésticos, así como campos sembrados y prontos para la cosecha, entre otros puntos. Cabanettes debía saldar, a su vez, la deuda con quien le había vendido las parcelas. Apenas un año después, el adelantado francés fundó la primera escuela de Pigüé. En 1886 se celebró el primer casamiento en el pueblo, entre el fundador François Issaly y Léonie Viala. Poco más tarde, se inauguró el Molino de Trigo. Luego, la sociedad mutualista La Fraternelle, la primera iglesia y la aseguradora El Progreso Agrícola, que cubría particularmente los estragos causados por el granizo y que fue pionera en su género en el país.

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